lunes, 13 de julio de 2009

Me desprendo del abrazo, salgo a la calle. En el cielo, ya clareando, se dibuja, finita, la luna.
La luna tiene dos noches de edad.
Yo, una.
Yo me duermo a la orilla de una mujer: yo me duermo a la orilla de un abismo.
No consigo dormir. Tengo una mujer atravesada entre los párpados. Si pudiera, le diría que se vaya; pero tengo una mujer atravesada en la garganta.
RECORDAR: Del latín re-cordis,
volver a pasar por el corazón.